La
legislación protege la Propiedad Intelectual, mediante las patentes,
el derecho de autor y las marcas, que permiten obtener
reconocimiento o ganancias por las invenciones o creaciones. Al equilibrar el
interés de los innovadores y el interés público, el sistema de P.I. procura
fomentar un entorno propicio para que prosperen la creatividad y la innovación.
La
propiedad intelectual se divide en dos categorías:
La
propiedad industrial, que abarca las patentes de invención, las marcas,
los diseños industriales y las indicaciones geográficas.
El derecho
de autor, que abarca las obras literarias (por ejemplo, las novelas,
los poemas y las obras de teatro), las películas, la música, las obras
artísticas (por ejemplo, dibujos, pinturas, fotografías y esculturas) y los
diseños arquitectónicos. Los derechos
conexos al derecho de autor son los derechos de los artistas intérpretes y
ejecutantes sobre sus interpretaciones o ejecuciones, los de los productores de
fonogramas sobre sus grabaciones y los de los organismos de radiodifusión
respecto de sus programas de radio y televisión.
¿Qué son los derechos de propiedad intelectual?
Los derechos
de propiedad intelectual se asemejan a cualquier otro derecho de propiedad: permiten
al creador, o al titular de una patente, marca o derecho de autor, gozar de los
beneficios que derivan de su obra o de la inversión realizada en relación con
una creación. Esos derechos están consagrados en el Artículo 27 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos, que contempla el derecho a
beneficiarse de la protección de los intereses morales y materiales resultantes
de la autoría de las producciones científicas, literarias o artísticas. La
importancia de la propiedad intelectual se reconoció por vez primera en el
Convenio de París para la Protección de la Propiedad Industrial (1883), y en el
Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas
(1886). La Organización Mundial de la
Propiedad Intelectual (OMPI) administra ambos tratados.
Ventajas que ofrece la Propiedad Intelectual.
Los
derechos de propiedad intelectual recompensan la creatividad y el esfuerzo
humano, que estimulan el progreso de la humanidad. Algunos ejemplos son: las
multimillonarias industrias del cine, la música, la edición y la informática,
que hacen que la vida de millones de personas sea más agradable, no existirían sin
la protección del derecho de autor; sin las recompensas previstas en el sistema
de patentes, los investigadores e inventores no tendrían incentivo para seguir
creando productos mejores y más eficaces para los consumidores; los consumidores
no comprarían productos o servicios con toda confianza si no existieran mecanismos
fiables y de alcance internacional para proteger las marcas y combatir la
falsificación y la piratería.
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